martes, 14 de enero de 2014

Es difícil visualizar a las hadas y los ángeles. Las hadas sólo se acercan a personas muy sensibles y especiales, que saben valorarlas para aportar algo de fantasía a su aburrida realidad y ayudarlas a expansionarse. Además, ellas les enseñan que lo mejor no necesariamente está en las cosas estables ?tal y como nos han inculcado siempre-, sino que puede estar perfectamente en las transitorias y que ello se llama ?aprovechar la ocasión y sacarle todo el zumo?. De hecho, la inmensa mayoría de los acontecimientos que vivimos en nuestra vida son meramente temporales.


Trabajar con el arcángel Uriel abrirá las puertas al Reino de las Hadas. Desde el momento en que se es capaz de percibirlas, el individuo puede ser sensible a la clarividencia y, por tanto, ser capaz de interpretar cartas de adivinación. Sentirlas consigue activar la intuición al máximo.





La autenticidad pasa por aprender a rodearse de personas que nos nutran y nos enriquezcan, sabiendo desechar a las personas falsas y llenas de prejuicios (si está en nuestra mano) y, si es necesario, tener la valentía de saber enfrentarse a una soledad transitoria que nos llevará a conocernos a nosotros mismos, a hacer ejercicios de introspección (meditación, reflexión) y, de este modo, a tener claro qué es lo que realmente queremos y, más adelante, abrir nuevas puertas inesperadas en nuestro paso por la vida, habiendo adquirido un mayor grado de conocimiento interior. Además, si se acepta seguir su reto, en cierta manera, ellas protegen a quien esté preparado para recibirlas? aunque, a veces, ¡hay que pararles los pies!. El individuo debe saber discernir la fantasía de la realidad.


No obstante, si no podemos apartar a personas que no nos convienen, significará que ellas tienen algo que enseñarnos y hasta que no asimilemos la lección, éstas no desaparecerán o cambiarán de actitud.

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